Como sabrás, los leucocitos o glóbulos blancos son unas células de gran importancia para nuestra salud, ya que se encargan de protegernos contra la acción de sustancias extrañas, como los virus, las bacterias y los gérmenes. De tal manera, cuando tenemos leucocitos bajos, corremos el riesgo de contraer enfermedades e infecciones con mayor facilidad, poniendo en juego nuestra salud y bienestar.
En esta ocasión, queremos contarte algunas de las consecuencias de tener leucocitos bajos, para que puedas entender lo delicado del asunto y enfocarte en mantener tus niveles siempre bajo control.
¿Qué se considera un nivel de leucocitos bajo?
La cantidad normal de leucocitos en la sangre puede variar dependiendo de factores como la edad y el sexo del paciente. Sin embargo, se recomienda que sus valores se mantengan entre las 4.500 y 11.000 unidades por microlitro de sangre, para así garantizar la buena salud del paciente.
Cuando se refleja un nivel de leucocitos bajo, ocurre lo que se conoce como leucopenia, una condición caracterizada por una disminución considerable del número de leucocitos o glóbulos blancos, que suele corresponder a niveles inferiores a las 3.500 unidades por microlitro de sangre y que, de no tratarse a tiempo, puede generar graves consecuencias para la salud del paciente.
¿Qué consecuencias conlleva tener leucocitos bajos?
Cuando tenemos leucocitos bajos, nuestro cuerpo es menos capaz de luchar contra los agentes patógenos que amenazan con dañar nuestra salud, lo que nos hace más propensos a contraer enfermedades.
Además, en vista de que los síntomas que señalan la presencia de alguna infección suelen activarse a través de la respuesta inmunológica, se vuelve mucho más complicado detectar posibles enfermedades en el paciente con leucopenia, lo que puede dar tiempo suficiente para que las patologías se tornen más delicadas.
En líneas generales, son muchas las consecuencias a las que se expone el paciente con leucopenia, pudiendo contraer múltiples enfermedades, sobre todo aquellas que afectan al tracto digestivo, los pulmones, la piel y las mucosas, destacándose las enfermedades neoplásicas, como es el caso del cáncer.